Julio 2006, Londres III
La actuación en el Restaurante Nueva Costa Dorada fue salvada por la tunería porque de música hubo más bien poca. El domingo apenas hubo tiempo de nada pero aún así pudimos comprobar que hay parcheros más cutres que nosotros. Cuando no hay dignidad, no hay dignidad...
Como ya apunté en la crónica de nuestra excursión a Stonehenge, a la vuelta tuvimos que correr para llegar a tiempo a nuestro contrato del Nueva Costa Dorada. Llegamos justo a tiempo de afinar y hacer el primer pase que fue discreto. De todos modos canciones como Guantanamera son siempre un valor seguro. Por otro lado, nada mejor que explicar que es la tuna, la capa o las cintas para tener al público entretenido entre canción y canción y así terminar el pase de 25 minutos habiendo cantado solo 6 coplillas.
A pesar de que teníamos que actuar de teloneros del show flamenco Ennis el Manager cambió de opinión y nos pidió que intercalásemos los pases con los flamencos. Eso creo que nos benefició porque la gente no suele digerir más de 40 minutos seguidos de baile y palmas y agradeció el cambio de tercio.
Si el primer pase había sido cutrecillo en el ámbito musical y pobre a nivel tunanstesco, el segundo mejoró en ambos sentidos. No es que presente mal en inglés pero el británico no es mi estilo, más acostumbrado a presentar en Estados Unidos para el público yanqui con lo que Chandal tomó el relevo en el segundo pase.
Monkey Jumps
Para el segundo pase habíamos guardado el salto de pandereta y la canción dedicada a una chica que tendría que salir a los medios. Fue entonces cuando Chandal calificó mi baile como “saltos de mono”, ¡Gracias!
Otro momento bizarro fue cuando Francu capó a la homenajeada al revés. Y no quiero decir que le pusiera la capa delante en vez de colgársela a la espalda si no que se la puso con el forro para afuera. Este segundo pase fue un éxito rotundo gracias sobretodo a las canciones dedicadas que hicieron las delicias de los acompañantes de las chicas que salieron al escenario.
Saliendo de la actuación nos fuimos a Charlotte Street, lugar de nuestro triunfo el día anterior pero estaba desierta. Luego supimos que se llena los viernes porque hay un par de universidades cerca. Por ese motivo decidimos no quedarnos toda la noche allí e ira ver el London Bridge iluminado. Desgraciadamente el hecho de que el metro tardase más de una hora en pasar por Goodge Street Station lo imposibilitó.
Esperando el metro.
De izquierda a derecha: Atapuerco, Chandal,
Marco Pozo y Duchas.
Desayuno de los campeones
El domingo era la última oportunidad de tomar el desayuno típico británico con judías, panceta, huevo frito, champiñones, salchicha y tostada y lo comimos, claro. A Duchas le apetecía ver el Covent Garden y no tuvimos inconveniente en acompañarle después de visitar la Torre de Londres.
La zona del Covent Garden es francamente bonita y estaba muy animada. Lleno de gente, paraditas, estatuas humanas... era como las Ramblas. Allí descubrimos lo que algunos parcheros llegan a hacer. El sujeto en cuestión cuyo talento no sabría definir, en un momento de la actuación usaba una rueda de bicicleta sin neumático para hacer equilibrios, haciéndola girar como una peonza sobre un dedo primero, sobre la barbilla después, luego sobre la cuenca del ojo (bastante desagradable ya) y finalmente la intento hacer girar sobre su ojo del culo, si, si, ¡Quiso poner el eje en su ojete! Lo peor es que no le salió y las dos veces que lo intentó, la rueda giró sin control descabalgando de su trasero lo cual a tenor del os gritos del interfecto parecía bastante doloroso al pasar el eje sin control por sus nalgas en su camino desdefrenado hacia el suelo. En fin, ¡Cuando no hay dignidad, no hay dignidad!
Uno de los infructuosos intentos del elemento en cuestión
Hasta aquí nuestro viaje a Londres. Solo fueron tres días pero estuvieron muy bien y al menos yo quiero repetir destino pues muchas cosas quedaron en el tintero, como por ejemplo, el mueso Británico.
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