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Histórico de Viajes

Videopost: Derinkuyu Yeraltı Şehri (La ciudad subterránea de Derinkuyu)

En esta ocasión recorro los túneles de la ciudad subterránea de Derinkuyu, en turco Derinkuyu Yeraltı Şehri. Esta ciudad subterránea tiene 7 niveles bajo tierra en los que podían refugiarse hasta 100.000 personas. En la actualidad forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y se puede visitar con guía. Como curiosidad decir que en caso de perderse, las flechas rojas marcan el descenso y las azules el camino hacia la salida.

Videopost: En los viajes hay que comer de todo

Buen provecho!

Los Tres Amigos

“Los Tres Amigos” es el nombre con el que Connie, la dueña del Red Coconut, bautizó a los tres integrantes de la tuna que llegaron por primera vez a cantar a Boracay en 1996: Txaik, Piolín y Gejo, y que han heredado los siguientes tríos: Txaik, Piolín y Tortilla (2004) y Txaik, Piolín y Mozart (2008-2009). Connie les puso ese nombre recordando la película “¡Three Amigos!” (1986) interpretada por Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short.

En la película, los “tres amigos” son unos actores americanos que hacen el papel de justicieros mejicanos, pero ya se sabe, fuera de Europa todo lo que sea “amigo” es lo mismo y a ver quien le explicaba a Connie que Txaik, Piolín y Gejo no eran mejicanos sino españoles.


Cartel de la película

En esta ocasión, el componente flotante (Txaik y Piolín han pertenecido a todas las formaciones) era yo mismo. Musicalmente se trataba de un trío bastante estándar con Txaik a la guitarra (acompañamiento), Piolín a la bandurria (melodía) y Mozart a la percusión (ritmo). Como voces, Txaik de primera y solista y Pi y Po a lo que pudieran, je je je. El repertorio era el habitual en estos casos, boleros, cha-chas y otros temas latinos.


Los Tres Amigos y parte del staff del Red Coconut

Lo más destacable quizá era la indumentaria, que compramos en la misma isla al llegar. Pantalones “piratas” negros y camisa floreada, con estampado idéntico y fondo amarillo, rojo y verde cómo si de un semáforo se tratara. Todo el conjunto costó alrededor de 2 euros por barba.


Los Tres Amigos durante un ensayo en Tokyo.

Boracay de noche

En cuento la puesta de sol termina, aparecen las cuadrillas de esforzados camareros preparando las mesas para las cenas en la playa. Se encienden las velas de las terrazas y de los enormes castillos de arena que jalonan el paseo. Los DJs empiezan a pinchar.

 Todas las noches son de fiesta en Boracay y a lo largo de la playa blanca los restaurantes y resorts de día, dejan paso a las discotecas, pubs y chiringuitos de noche. La metamorfosis se realiza tranquilamente. Al tiempo que el sol se hunde en el horizonte las antorchas van ocupando su lugar como fuentes de luz y calidez y aunque la luminosidad no sea la misma el efecto es igualmente agradable. Como largas espigas de trigo maduro, las cañas se elevan desde la arena para coronarse en una llama que durará toda la noche o hasta que el último borracho se vaya a dormir. Los camareros se esfuerzan por retirar tumbonas y hamacas y poner en su lugar mesas y sillas destinadas a las numerosas parejitas o las no menos numerosas familias dispuestas a disfrutar de una apacible cena, arrulladas por el rumor de las incesantes olas. Al mismo tiempo, los castillos de arena se van iluminando también y los diurnos surferos y submarinistas dejan paso a los nocturnos músicos, fiesteros y demás fauna, de la que hablaremos más tarde.


Castillo de arena

 Para comer

 La oferta es variada siendo lo más habitual las parrilladas de carne o pescado y marisco en los restaurantes de la playa con precios competitivos pero no tan baratos como años atrás. Habitualmente el procedimiento es elegir la pieza o piezas que uno quiere comer y pagarlas al peso, en crudo. A continuación los camareros las llevan a la cocina y regresasn cuando el plato está listo.

 Para bolsillos más apurados se puede uno adentrar en los locales de segunda línia con una oferta mucho más sencilla y asequible, donde predominan las hamburguesas y el pollo asado, eso sí, todo al estilo filipino y tamaño king-size. Para beber lo más recomendable es la cerveza, San Miguel por supuesto (de fabricación filipina) y los refrescos. Cualquier intento de tomar vino puede convertirse en un sonado fracaso si no estamos en uno de los resorts más lujosos.

 En Boracay también hay restaurantes de comida occidental, entre otros un más que correcto restaurante de comida francesa, “De Paris Boracay” fundado en 1981 o el inquietante restaurante “Ole Boracay” especializado en auténtica comida española, cubana y mejicana... El propio dueño nos confesó que se traía el jamón de contrabando en la maleta cada vez que iba a España “por negocios”. La verdad es que no probé la comida del restaurante por falta de tiempo.

 Para cenar en Boracay mi consejo es darse un paseo tranquilamente y elegir en función del genero expuesto. Más o menos todos los precios de la isla son similares y uno no sale de rico o de pobre por comer en un sitio u otro. Hay que ir con cuidado, pero, en los restaurantes donde se vende la comida a peso antes de cocinarla ya que aunque aparentemente son muy baratos, muchas veces una vez cocinada la cantidad comprada puede ser insignificante dentro del plato debido a la merma.

 Finalmente, casi todas las noches puede uno encontrarse con músicos “callejeros” o contratados por los locales. Habitualmente son solventes en cuanto a su repertorio y voluntariosos con las peticiones, pueden ser grabados y fotografiados sin problemas (salvo rarísimas excepciones) y acceden también a prestar los intrumentos a los clientes para que se hagan fotos con ellos. Si les pedís alguna canción o simplemente os agrada su actuación sed generosos con ellos.

 Para salir

Numerosas discotecas, bares y resorts ofrecen sus locales de ocio nocturno. La mayoría de ellos de cara a la playa aunque algunos le den la espalda para mirar hacia la carretera principal. Es habitual que incluso las discotecas más ruines tengan DJs pinchando toda la noche, mientras que no lo es tanto la música en vivo. Sin embargo para mi gusto, la música habitualmente era demasiado “hip-hopera” y el volumen muy alto. Algunos de los más famosos son el Cocomanga’s (en sus versiones disco y bar de chupitos) donde hay eventos casi cada noche, el Pirates Bar o el Summer Place del video. En cuanto a la bebida lo más recomendable de nuevo es ir a por la cerveza, ya que las posibilidades de ingerir garrafón en el caso de pedir combinados son muy elevadas. Quizá la única excepción són los cócteles de ron, puesto que hay producción nacional del mismo, siendo este más barato que las posibles imitaciones. En todo caso desaconsejo tratar de tomar whiskey o gin, y en menor medida vodka.


Sin embargo lo más importante a tener en cuenta a esas horas de la noche es la gente que uno puede encontrarse. En Filipinas como en otros muchos países del sudeste asiático es frecuente la presencia masiva de travestis respecto a lo que es habitual en Europa por ejemplo. A menudo además su feminidad es tan acentuada que es difícil reconocerlos. Estáis avisados. Otro fenomeno típico de muchos países de la zona y también de otros destinos turísticos con un nivel de desarrollo económico parecido, es la presencia de “prostitutas amateur”. Con esta etiqueta me refiero a chicas y chicos que salen de fiesta con más o menos intenciones de encontrar a un turista que les pague algo por tener sexo con ellos. No siempre tienen precios fijos y tampoco siempre cobran, ya que si el “cliente” es de su agrado quizá no le pida nada más que correr con los gastos de la habitación. Así pues, atención con quién ligáis si estáis solteros.

Harina de otro costal son los travestis más o menos descarados que pasean por la playa en busca de chicos u hombres en estado de embriaguez para realizarles una felación rápida que les reporte unos pocos pesos. Estando sentado en una barca varada en la playa observé como uno de ellos conseguía tres clientes en menos de media hora, que despachó en menos de 5 minutos cada uno.

Sin embargo estos no son los únicos personajes que pululan por la playa de noche ya que también es habitual encontrar niños pequeños de entre 5 y 10 años (a veces más jovenes) pidiendo limosna cuando pasa un turista y que mientras no pasa, se divierten jugando al que te pillo o subiendo a las motos de agua estacionadas en la arena.


Los 5 hermanos Dalton

Boracay de día

Boracay es una isla que fue paradisíaca y que ahora es un paraíso. Su playa blanca de casi cuatro kilómetros de largo, está considerada como una de las diez mejores playas del mundo y en muchas ocasiones ha ocupado el primer lugar de la lista. Eso sí, hay que tener en cuenta que esta clasificación evalúa la playa desde el punto de vista del ocio y no sólo como paraje natural. Así pues se trata de una de las mejores playas para el recreo del mundo.

He querido empezar por este apunte porque creo que es importante entender que la playa de Boracay destaca tanto por su belleza natural como por sus servicios, hoteles y resorts, bares y restaurantes, centros de masaje, discotecas y chiringuitos, todos ellos salvo pequeñas excepciones perfectamente integrados en el ambiente y naturaleza de la isla.

Para llegar a Boracay, isla de unos siete kilómetros de largo y orientación norte-sur, situada al norte de la isla de Panay en la provincia de Central Visayas, no queda más remedio que volar hasta Caticlan o Kalibo y desde allí ir en barco. Antes dicho barco, perteneciente las más de las veces a los hoteles de la playa, te dejaba en la playa misma, enfrente de tu hotel pero eran ya tantos, que ahora sólo hay un punto de entrada a la isla por vía marítima situado al sur de la misma. Aún así la gente de la isla todavía ubica los lugares de la playa en función de las antiguas estaciones marítimas que allí hay, tres en total, “tengo mi hotel en la estación uno”, “tal disco está donde la tres”, etc.

Así pues una vez llegados a la estación marítima, hay que ir por la “carretera principal” hasta el lugar del alojamiento. Por supuesto, casi todos los hoteles tienen su servicio de recogida, incluso desde el aeropuerto de Caticlan, con barco y vehículo propios desde la estación hasta el hotel o punto más próximo. En nuestro caso, y dada la distancia entre la carretera y el Red Coconut, situado a pie de playa, tuvimos que bajar en el D-Mall.

The White Beach

La principal atracción de Boracay es su playa Blanca, como ya he dicho una de las más reputadas del mundo. La playa blanca tiene casi cuatro kilómetros de largo y mira al oeste, con lo que desde ella se puede disfrutar de maravillosas puestas de sol en las que como dice Pi, “cerca del ecuador al bajar el sol tan aprisa, se pueden ver una cantidad de colores increíbles en muy poco tiempo”. Desgraciadamente la semana que estuve allí estuvo casi siempre nublado y me perdí el espectáculo.


A lo largo del lado opuesto al mar, se levantan las típicas palmeras tropicales, que tan características son de las playas paradisíacas de nuestro imaginario colectivo y detrás de estas, los bares, hoteles y chiringuitos. Es de agradecer que entre la playa y los locales no haya paseo marítimo al uso de España con coches y las vías del tren del Maresme, sino que sólo hay un pequeño espacio de arena más compacta por el tránsito de los paseantes. No estoy en contra de la ley de costas pero creo que olvidaron que las carreteras y trenes tenían que estar detrás de los chiringuitos, ¿O acaso no hay nada mejor que estar tomando una cañita y poder acercarse a remojar los pies sin tener que hacer una gymkhana?

La playa blanca sólo tiene un pequeño accidente en su mitad norte, unas piedras con una pequeña capilla incluida, que nosotros llamábamos “las piedras”. Por otro lado, los hoteles y edificios que hay a primera línea de mar, tienen la deferencia de no elevarse sobre las palmeras, con lo que desde el agua casi pasan desapercibidos.

Red Coconut y otros lugares

Durante nuestra estada en Boracay estuvimos alojados en el Red Coconut Beach Hotel de Connie y Luc. Está situado en la mitad norte de la playa y es uno de los ressorts más conocidos. Ofrece todos los servicios típicos de los establecimientos de la isla y destacaria la gran simpatía de los camareros y todo el personal.

Antiguamente el Red Coconut sólo contaba con una zona de cottage o cabañas en lo que ahora es la parte trasera del complejo pero ya hace unos años que levanto un edificio más estilo hotel con habitaciones, aunque como ya he dicho no se levanta por encima de las palmeras.

En la parte delantera, entre el hotel y la playa, tiene piscina y el bar, con su extensa carta de cócteles que fui degustando a lo largo de la semana, y este año como novedad habían instalado un horno de leña para hacer pizzas al estilo italiano. ¡Estaban muy buenas! La cocina también ofrece comida francesa y filipina. Finalmente, y después de la puesta de sol, los trabajadores se apresuran a preparar la zona de la playa con mesas y farolas tenues para las cena.

Un poco más al norte del Red Coconut, a un par de locales de distancia se encuantra el Café del Mar, en el que mi amigo Tortilla dejo una huella que no se puede borrar. El establecimiento está regentado por Cory, que lo bautizo con ese nombre como homenaje al local del mismo nombre que hay en Ibiza.

Café del Mar, destaca por su decoración, la barra es una barca de pescadores y las columnas son sirenas y por sus Frozen Margarita que son tremendos tanto de calidad como de cantidad. También su cocina es excelente, con unos platos de pasta increiblemente buenos, aunque eso sí, su precio es más alto que el estandard de Boracay. Mis recomendaciones son los tagliatelle al limón y gambas y los tagliatelle con salsa cremosa y salmón.

Para terminar este apartado y obviando la gran cantidad de bares donde hicimos paradas técnicas, me gustaría hablaros del café donde nos metiamos los chutes de cafeína. Se trata del Real Coffee and Tea Cafe. Allí uno puede tomar un “Real Coffee” que consiste en un café espresso alargado con una tza de café blend, al tiempo que charla amistosamente con la dueña mientras esta prepara en la misma barra sus riquísimos browneys.

Deep Boracay

En el tramos más estrecho, la isla sólo tiene unos 400 metros de ancho, con lo que un paseo hasta la cosra este no es ninguna excursión. La costa este esta menos urbanizada por el momento y su playa no es blanca pero ofrece otras alternativas. En la época de mi visita, su activo más importante es el viento, que permite a los amantes del surfing o el kitesurfing pasarlo en grande.


Claro está, para llegar a la costa este, hay que cruzar por el Boracay profundo, donde viven los filipinos, llamados aklanos por pertenecer Boracay a la división administrativa Aklan. Me sorprendió ver un criadero de gallos de pelea, afición muy popular en las islas, y la gran cantidad de chamizos con televisión por cable. También hay muchas casas del llamado estilo balinés, o sea de paredes abiertas o incluso sin paredes. Por lo demás poca cosa a destacar del interior de la isla.

El Palacio de Verano

(Sin terminar) 

Al noroeste de Pekin se encuentra el Palacio de Verano donde se retiraba la familia imperial para resguardarse del calor que asolaba la Ciudad Prohibida durante la canícula.

Lo primero que me sorprendió del Palacio de Verano es que fue más complicado llegar hasta el de lo que pensaba aunque al final lo conseguimos. Esto fue así porque después de tomar el metro, esperar un montón al autobús y circular por el monumental atasco que a esa hora de la mañana es Beijing, al llegar casi al Palacio nos encontramos con una comitiva de "personalidades" en visita oficial que nos hicieron esperar en el "autobús-sauna" a que pasaran más de cuarenta coches entre oficiales y de seguridad cosa que demoró nuestra llegada al anhelado destino otros cuarenta y cinco minutos más. La segunda sorpresa me la lleve al entrar por la Puerta del Norte, algo así como hacerlo por la puerta trasera. De todos modos creo que fue una buena circunstancia por como se desarrolló la visita.

De todos modos, como no hay mal que por bien no venga, uno puede dedicar ese tiempo que se tarda en llegar en observar la vida cotidiana de los pekineses y sus medios de tranporte.


Pedaleando, pedaleando
(Pasa el ratón por encima de la imagen para ver otra)

Al hacerlo de este modo, entrando por "detrás", mientras aún estás fresco escalas la Montaña de la Longevidad para luego ir bajando gradualmente hasta el Lago Kunming alrededor del cual hay innumerables sitios dónde tomar un descanso. Si lo haces en el sentido contrario, no niego que la llegada por el lago y observar el majestuoso palacio debe ser sobrecogedor pero el final de la visita, cruzada la calle Suzhou, quedaría deslucida amén que en la zona de la Puerta Norte las infraestructuras son más escasas.

Sea como fuera, el hecho es que entre por el norte y después de una penosa ascensión uno se asoma a la calle Suzhou, un de los rincones más interesantes del Palacio.


Panorámica de la Calle Suzhou
(Flash creado por Daniel Marni)

La Calle Suzhou, a pesar de su nombre, la podríamos definir como un lago artificial rodeado por una calle dónde queda circunscrito. Para visitarla, uno tiene que cruzar el puente de tres ojos que hay en medio del lago y bajar hasta la orilla del mismo. Por la acera que allí hay uno da la vuelta al lago mientras se distrae viendo a los artesanos y oyendo música de flauta que toca un tendero. La única lástima es que los artesanos no quieren que se tomen fotos de ellos o sus trabajos, así que para cazar alguna instantánea es mejor que uno se una al club de los fotógrafos furtivos. En ese momento de la visita ya sabía que había valido la pena.

 


El embarcadero visto desde el puente
 

Vista de la Calle Suzhou
 

Detalles
 

Artesanías

 

La Muralla China

La Muralla China es como una serpiente recostada en la cresta de una montaña. Con más de 6000 kilómetros de largo es la estructura más grande creada por el hombre a lo largo de unos veinte siglos.

 

(Flash creado por Daniel Marni)

A pesar de su increíble longitud los puntos visitables de la Gran Muralla China se limitan a tres. Dos de ellos están cerca de Pekín así que cualquier viaje a la capital China tiene que incluir una visita a la Gran Muralla.

Los dos puntos más cercanos son Badaling y Jinshanling. Del primero decir que está a sólo una hora de Pekín, totalmente restaurado y más transitado que las Ramblas un domingo de primavera. Puesto que no fui a ese punto tengo que fiarme de las opiniones de gente que si ha ido y que en su mayoría concluyen que más que un monumento histórico parece que uno esté visitando un parque temático.

Jinshanling

Aconsejado por mis anfitriones en China, Txaik y Esmeralda fui a Jinshanling. Ellos me advirtieron que dada la época del año y la longitud del recorrido sería una experiencia sofocante y desestimé la idea de ir vestido de tuna... ¡menos mal!

El trayecto hasta allí dura unas tres horas que pase durmiendo en la minaban. Hay que tener en cuenta que para estar en el punto de encuentro a las 6:45 tuve que levantarme a las cinco. Es por eso que no puedo comentar nada sobre el paisaje del camino. A la vuelta también fui medio dormido amén que también llovía a mares con lo que tampoco disfrute del paisaje más preocupado por la temeraria conducción de los aborígenes.

 


El teleférico de Jinshanling

Una vez llegados al punto de inicio y después de retirar las entradas se entra en una especie de paseo bastante amplio que te lleva al pie de un teleférico con el que subir a la gran muralla que como ya he dicho recorre las crestas de las montañas. Al bajarse del teleférico uno se dirige a una de las torres de vigía por la que se puede uno encaramar a la muralla y empezar la ronda.

Cuando la gran muralla se construyó para defenderse de los ataques de los nómadas mongoles, al norte de la misma estaba Mongolia y al sur el Imperio Chino así que puesto que durante el recorrido por la muralla se anda hacia el este, subido a ella, a la izquierda estaría Mongolia y a la derecha China. Después de esa reflexión uno se da cuenta de la expansión del Imperio Chino pues la frontera con Mongolia en la actualidad está a varios miles de kilómetros al noroeste de ese lugar.

El primer tramo está restaurado pero después de unas pocas torres de vigía uno se encuentra con la muralla en peor estado habiendo incluso una par de tramos en los que tienes que bajar de la misma y recorrer una parte del camino a sus pies. Eso es debido a muchos y diversos motivos como por ejemplo el hecho que haya servido de “cantera” para construir casas. De todos modos ahora mismo aún se llevan a cabo tareas de restauración como atestigüé a medio camino, cuando me encontré con una cuadrilla de albañiles trabajando en ello, los cuales desgraciadamente no me permitieron sacarles ninguna foto, cosa por otro lado normal dentro del a cultura asiática.


Imagen de la Muralla Restaurada, pasa el ratón por encima
para ver un tramo no restaurado.


Pasando por fuera de la muralla

El recorrido tiene cerca de doce kilómetros y se pasa por unas treinta torres de vigía, lo cual significa que tienes que subir y bajar unas treinta montañas. Al principio uno empieza con ilusión y energía pero si tuviese unos 3 o 4 kilómetros menos sería de agradecer. Durante el mismo la pendiente también es variable, encontrándose uno con etapas de falso llano, puertos de tercera, segunda, primera categoría y momentos que parece que unos esté subiendo el Angliru. Tampoco se puede decir que los peldaños ayuden mucho ya que muchas veces son excesivamente escarpados y se requiere la ayuda del piolet. En definitiva, es una excursión no recomendable para personas con vértigo.

 


Tramo particularmente empinado

En las torres de vigía como no podría ser de otra forma se apostan los lugareños que tratan de vender recuerdos, comida y sobretodo bebida a los incautos turistas que hayan sido tan poco previsores de no llevar avituallamiento. Por supuesto los precios del agua son abusivos llegando a los cuatro euros por botellín cuando lo normal es que cueste menos de cincuenta céntimos.

El Paisaje

La muralla está rodeada de verde y hasta donde alcanza la vista no se ve ninguna construcción a excepción de la propia muralla. Es increíble que una cosa tan grande esté en medio de la nada. La sensación es muy curiosa ya que al mirar a los lados no se alcanza a ver el final de los bosques y mirando al frente no se puede ver el final de la muralla.

 



Otra cosa destacable es lo revirada que es la condenada. Evidentemente no es una muralla recta y podríamos resumir que su diseño consiste en una sucesión de muros que unen las torres de vigía ubicadas en las cumbres de cada colina.

Función de la Muralla

Uno subido a la muralla y en medio de la inmensidad del bosque se pregunta si realmente tenía o no una función defensiva o simplemente intimidatoria. Hay que añadir que a pesar de ser muy larga la gran muralla tiene una altura discreta y una anchura media de unos 5 metros.

 


Torre de Vigía


Por lo visto la respuesta es que defensivamente cumplía dos funciones. La primera era la vigilancia y la comunicación mediante señales de humo entre las torres de vigía ¡Encended las almenaras! La otra función era no permitir que los enemigos cruzasen con la caballería.

Acercándose al final

Ya hacía el final del tramo que se puede recorrer y justo antes de salir de la muralla esta cruza un río. A tal efecto se pasa por un puente colgante y el día que yo la visité allí me sorprendió una intensa tormenta de verano.

 


Descansando justo antes de la tormenta

 

Después de bajar de la muralla uno puede dirigirse al punto de salida en Jingshanlin a pie por una caminito de montaña, o como yo hice, usando una tirolina tirada por encima del río para luego coger una barquito hasta el punto de salida.

Enero 2007, Cádiz

Después de bastante tiempo sin viajar por España, las últimas Navidades estando en Sevilla me fui de visita a Cádiz. A pesar de que algunos amigos andaluces me habían dicho que no era gran cosa, a mí me gusto. Supongo que el contraste con Asia me hizo mirar la ciudad con nuevos ojos.

*Nota: Algunas fotos son dobles. Para ver la segunda imágen se tiene que poner el puntero del ratón encima de la fotografía*

La verdad es que la visita sólo duró un día y con mi novia nos concentramos en visitar sólo el casco antiguo, o sea desde la Puerta de Tierra hacia el norte, empezando por el barrio del Pópulo y hasta el Castillo de San Sebastián.

Hasta Cádiz fuimos en tren, lo cual demostró ser muy conveniente pues la estación esta a unos diez minutos del Ayuntamiento, en la plaza del cual, hay puestos de información turística y algunas terrazas donde tomamos unos montaditos y unas gambitas.


Ayuntamiento de Cadiz

Desde allí empezamos nuestro paseo. La ciudad estaba prácticamente desierta a nuestro paso lo que no le restaba encanto en absoluto pero sí vida. Era como pasear por una postal e incluso la atmósfera parecía que se había detenido ese día de Invierno.

Después de callejear un poquito dimos una vuelta por la Avenida del Campo del Sur, muy parecida al Malecón de La Habana, ciudad hermana de Cádiz. Por el camino pasamos por el Arco de Santa Rosa, uno de los pocos vestigios que quedan de las antiguas murallas y finalmente llegamos a la Catedral. Una vez allí, decidimos subir al campanario, que con sus 74 metros es el punto más alto de la ciudad, pero antes había que pasar por el avituallamiento. Más montaditos y más cervecitas.


Catedral

Detalle del Campanario

La Catedral de Cádiz es una catedral blanca, y ese día resplandecía hasta el punto de deslumbrar. Esta situada en una plaza prácticamente peatonal donde se encuentra también la Iglesia de Santiago en su lado norte, y que a pesar de su sencillez es cautivadora.

Hasta ese momento habíamos seguido más o menos una ruta de puntos de interés marcados en nuestro mapa para guiris y para llegar al siguiente punto que queríamos visitar nos aguardaba un recorrido soso y rectilíneo que decidimos cambiar por más callejeo.

A la postre ese callejeo nos llevo a disfrutar mucho más de Cádiz pues descubrimos la Plaza del as Flores, cerca del Mercado de Abastos, y en los aledaños del Mercado nos hinchamos a comer erizos de mar a precios de risa. Válgame decir que acostumbrado al precio que tiene en Japón semejante vianda, casi pago 10 euros de más, cuando confundí “Dos euros” por “Dose euros”.


Plaza de las Flores


Ostras y Erizos recién pescados

Desde allí nos encaminamos al Castillo de San Sebastián que está unido a Cádiz por un paseo estrecho que se adentra en el mar. Desgraciadamente el Castillo estaba cerrado al público con lo que no nos quedó más remedio que regresar por el camino andado hasta la Caleta.


Vista del mar golpeando el Castillo de San Sebastian

Dejando la caleta atrás fuimos tranquilamente hacía la Alameda Apodaca desde dónde se puede ver toda la Bahía de Cádiz. Por el camino cruzamos la Plaza de San Antonio y antes de regresar a Sevilla tuvimos tiempo de sentarnos un rato a descansar en la Plaza de España y de saludar a la Pepa que esta allí recordando el día de San José de 1812.